martes, 17 de marzo de 2009

Evolución y Antropología

En un salón de clase...

- Nosotros no descendemos de los monos! dijo cólerica la estudiante.

- Efectivamente, somos monos! le contestó tranquilo su profesor...

En otro...

- Profesor, yo no creo en la evolución.

Dijo el joven estudiante de biología, a lo cual contesto el genetista que daba la clase:

- Yo tampoco creo en la evolución, por que no es un asunto de creer, la evolución es un hecho, te guste o no y su credo personal no es parte del curso.

Quien haya leído algo de este blog sabrá por supuesto con cual posición simpatizo...

Somos monos, di pos si... lo somos y no hay vergüenza en ello, de hecho, más bien hay cierto orgullo en eso, no creo que haya un alma aunque si creo que hay dimensiones de la realidad que se nos escapan de conocer...

Además la expresión correcta es que descendemos de los homínidos, de los homíninos o que junto con estos últimos, descendemos de los árboles...

Contraria a esta posición, la mayoría del vulgo se basa en una mal entendida Antropología basada en la Cristiandad (ni siquiera es la antropología que los judíos de la época de Jesús creían) que fue heredad de un gran desvirtuador de la antropología cristiana, si, me refiero a Agustin de Hipona. Gracias a este notable dualista, la gente de hoy en día aun cree que hay un alma, un espíritu o un algo que es diferente de este sistema biológico (que es una obra de arte admirable) y no solo creen en esas entidades inmateriales, sino que creen que son superiores a esta "carne"... !Que triste ver semejante obra de millones de años de evolución como algo sucio o corrupto!

La Evolución nos permite entender mejor nuestra posición como una especie más de una red increiblemente compleja de interacciones sobre la faz de nuestro planeta... Una más, no menos ni más, una tan extinguible como las demás y además, gracias a nuestro actual conocimiento del ADN mitocondrial, somos una familia intimamente relacionada. Es decir, la evolución nos permite una mirada hacia nosotros que nos ubica en una posición mucho más humilde con respecto a todas las demás especies del planeta (problema realmente serio actualmente y origen en parte del daño ecológico, no puedo evitar pensar en el segundo relato de la creación del Génesis)

La navaja de Occam es una forma maravillosa para distinguir el valor de dos teorías que explican el mismo fenómeno y efectivamente, el poder explicativo, la claridad de los conceptos y el hecho que muchos de los axiomas pueden ser y han sido comprobados deja a la teoría de la evolución en una posición envidiable. Por ejemplo, por que hacemos de todo los seres humanos antes de herirnos fisicamente? Como especie nos vimos en algun momento en penurias para sobrevivir y cada miembro que se perdiera nos acercaba a un punto de no retorno donde la especie se hubiera vuelto inviable... Según un reciente estudio que ahora no poseo la cita, todos descendemos de unos escasos 2000 ejemplares!!

Si sos parte de una especie de tan pocos... no vas a querer que por una estupidez monil dos miembros de tu especie se peleen y se maten... (disminuyendo así las probabilidades de supervivencia del grupo y el pool genético del que dispone la especie).

Y así muchos elementos evolutivos nos sirven de ventana a nuestra realidad de monos. Otro elemento super importante ese como también eramos tan pocos y nómadas... con muuuuucho espacio para cada uno de nosotros y así podíamos tener privacidad, espacio y soledad cada vez que queríamos, mientras la actual situación nos impone vivir en hacinamiento y enjaulados...

Así, nuestro heredad genético nos ha dado muchas bendiciones y unas cuantas limitaciones a la vez...

En fin... seguiremos luego con estas y mil razones más de por que el Homo Sapiens Sapiens tiene muchas razones para estar disconforme con el actual modo de las cosas, perooooo esperemos que estas simples líneas nos sirvan para encontrar algún atisbo de solución o componenda a la situación.

1 comentario:

  1. Quiero agregar brevemente que yo culpo al racionalismo que ha desvirtuado la esencia animal del ser humano para convertirlo en un fantasma del idealismo y desvaneciendo así todo sentimiento de pertenencia y humanidad.

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