lunes, 20 de abril de 2009

Mecanismos evolutivos detrás de nuestras emociones

ok la base de la siguiente reflexión es:

http://www.nytimes.com/2009/04/07/health/07mind.html?_r=1&scp=1&sq=when%20all%20you%20have%20left%20is%20your%20pride&st=cse

Si no les parece algo que digo por ser cruel... Intento describir un proceso evolutivo y como todos sabemos que Disney se rehuso a ser el productor del mismo, me di cuenta que el proyecto de vida evolutiva en el universo se lo dieron a otro que no devolvió las llamadas que le hice para pedir aclaraciones y parece que no le importaba que lo describiera desde esta óptica así que aquí está.

Mecanismos evolutivos detrás de nuestras emociones

Somos un ser social, claramente los límites de mi cuerpo, fácilmente percibibles pueden llevar a un observador a confusiones innecesarias sobre lo que es ser humano, a creer en que somos individuos ante todo. El ser humano no puede serlo sin grupo, sin contexto social. Cada uno de nosotros tiene un riquísimo y complejo entramado que lo une con sus congéneres y en los casos atípicos donde esto no es así, muchas veces acontece que la persona se deprime severamente.
Nuestra evolución lleva ya unos cuantos millones de años perfilándonos para actuar como un elemento de una tropa, nuestras adaptaciones evolutivas ocurrieron en ese contexto y es en ese contexto donde tienen su utilidad original. Sin embargo, yo no nací en una tropa, ni mis padres, ni mis abuelos. Ese contexto me es por completo ajeno y así a la gran mayoría de la humanidad, si no es a toda. Desprovistos de ese contexto original, muchas cualidades y características personales se pueden juzgar como extrañas o hasta viciosas.

Nos podemos remitir a lo que podría haber sido una tropa humana estudiando culturas de cazadores-recolectores o las de otros primates y haciendo uso de nuestra imaginación para ubicarlos en lo que creemos era el ambiente del momento en cuestión. Esto nos permite formularnos posibles contextos evolutivos que devinieron en nuestra forma actual de ser humano.

Nuestra propia organización social debe mucho de su actual forma a las más diversas derivaciones biológicas que hacen del ser humano propiamente lo que es. Por algo la tropa humana es con mucho la organización de primates más numerosa que hay. Pues bien, es en este contexto que el autor del artículo explora la posibilidad de que el orgullo haya sido una ventaja adaptativa.
Los seres humanos desarrollamos una organización bastante compleja, donde realmente importa lo que los demás piensen de nosotros (a veces mucho más que lo que realmente seamos, tengamos o pensemos…) El orgullo se vuelve así una emoción que al tener clara demostración intercultural bien podría ser parte de nuestro heredad genético y esto la haría fácilmente reconocible, lo cual tiene mucha importancia a la hora de volverse una señal fácilmente reconocible respecto a nuestro autoconcepto y afectando a su vez el status que se nos asigna por quienes nos observan (aquí vale la pena también pensar que cuando se logra percibir una situación contradictoria al status, como podría ser notar falsedad en el gesto, duda o alguna otra señal de estatus contradictoria, junto con el orgullo podría más bien tener un efecto nocivo).
En un contexto como en el podríamos haber evolucionado, posiblemente muchas decisiones que significaban la vida o muerte del grupo debían tomarse rápidamente y sin detenerse a dudar sobre las posibles consecuencias (cambiar de opinión y de curso de acción significa un costo elevado en un ambiente limitado de recursos) Por esto, confiar en sus propias decisiones puede ser una ventaja adaptativa en el líder del grupo, una ventaja que no sólo lo beneficia a él, sino que como dijimos anteriormente a toda la tropa ya que el ser humano no es tal sin el grupo. Por esto posiblemente los estudiantes encontraron a estos líderes dominantes pero agradables. El grupo humano que le gustaba ser dirigido por un líder seguro y que esto les transmitía seguridad posiblemente contó con esto como ventaja reproductiva. Esta seguridad podría ser lo suficientemente fuerte como para servir de contrapeso a la duda que presentaban situaciones ambientales desfavorables y ayudar a que una mayor cantidad de los grupos que poseían estas características sobrevivieran.

Como menciona el artículo, el orgullo genera perseverancia, claro está, en mi práctica clínica he tenido la oportunidad de ver como una persona deja de creer en sí misma y simplemente deja de intentar conseguir que sus proyectos se hagan realidad. Su orgullo está roto, su autoconcepto cargado de mensajes fatalistas y autoderrotistas. Sus emociones son coherentes y se encuentran sumidos en la depresión y desesperanza…

Rápidamente también me gustaría mencionar que la depresión posiblemente responda a un mecanismo evolutivo y no sea “un error”, la depresión si asumimos que puede tener un origen psicológico y que este se encuentra en una desvalorización de sí mismo y de sus capacidades para contribuir en algo a los seres queridos y a sí mismo o a la percibida imposibilidad de encontrar pareja reproductiva es una forma de economizar los recursos de la tropa. El elemento que se percibe a sí mismo como inútil para el grupo contribuye al grupo dejando de consumir recursos (no comer es un síntoma común de la depresión y en ocasiones puede llevar a la muerte por inanición). Es decir, el individuo se sacrifica por el bien comunitario. No digo que sea el caso de todas las depresiones (es bastante polémico el tema sobre las causas de la depresión, particularmente debido a los intereses económicos que hay de por medio), simplemente hago un planteamiento hipotético, basándome en la bien documentada información que se tiene sobre la vinculación entre autoconcepto y depresión.

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